Todo aprendizaje necesita fijación de posturas, posiciones y actitudes que permitan “equilibrio útil”, que servirá para desarrollar destrezas motoras y más adelante la aparición de la potencialidad corporal, que posibilitará una eficaz inhibición de la información corporal para lograr el desarrollo de aprendizajes simbólicos, lingüísticos y el manejo de instrumentos. La experiencia del juego señala los primeros encuentros con la realidad, los primeros descubrimientos, el contacto con uno mismo y la revelación conciente-inconsciente de nuestra humanidad. (Zampa, 2007, p.1)
Según Claudia Zampa al final de la etapa preescolar el niño pasa del pre-juego al juego reglado. Esta evolución, desde el pre-juego al juego reglado lo prepara para pasar, (10 años) a los juegos sociales (juego de proeza y grupo organizado). La actitud de jugar lleva al niño al desarrollo de sus potencialidades, por lo que puede llevar a cabo una expresión de sus habilidades y capacidades.
Este documento habla también de que a la hora de hacer deporte, debemos respetar el ritmo individual de cada niño/a, ya que, cada uno tiene sus propias posibilidades y limitaciones. No debemos juzgar a un niño/a porque no pueda realizar cualquier actividad, debemos hacer todo lo contrario; motivarle para que al fin pueda superarse a sí mismo.
Referencia:
Zampa, C. (2007). Las etapas de respetar las etapas del desarrollo en deporte. Revista electrónica de psicología política, 5(14).
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