DIFERENCIAS DE JUEGO COOPERATIVO Y COMPETITIVO

El experimento clásico de psicología social llevado a cabo por  el matrimonio de Sherif y Sherif, en 1961, en el campamento Rover´s Cave de Oklahoma, ilustra a la perfección cómo la tipología del juego puesto en marcha deriva en la enseñanza y desarrollo de unas u otras conductas sociales.

Este experimento pone de manifiesto cuáles son las conductas sociales que potencian los juegos competitivos y cooperativos, en los cuales se ven diferentes diferencias entre distintos los distintos juegos:

-   JUEGOS COOPERATIVOS 
  • Son divertidos para todos.
  • Todos tienen un sentimiento de victoria.
  • Hay una mezcla de grupos que juegan juntos creando un alto nivel de aceptación mutua.
  • Se aprende a compartir y a confiar en los demás.
  • Los jugadores aprenden a tener un sentido de unidad y a compartir el éxito.
  • Hay una mezcla de personas en grupos heterogéneos que juegan juntos creando un elevado nivel de aceptación mutua.
  • Nadie abandona el juego obligado por la circunstancias del mismo. Todos juntos inician  dan por finalizada la actividad.
  • Desarrollan la autoconfianza porque todos son bien aceptados.
  • La habilidad de perseverar ante las dificultades se fortalece por el apoyo de otros miembros del grupo.

-  JUEGOS COMPETITIVOS
  • Son divertidos solo para algunos.
  • La mayoría experimenta un sentimiento de derrota.
  • Algunos son excluidos por falta de habilidad.
  • Se aprende a ser desconfiado, egoísta o, en algunos casos, la persona se siente amedrentada por los otros.
  • Los jugadores no se solidarían y son felices cuando algo “malo” le sucede a los otros.
  • Conllevan una división de categorías, creando barreras entre las personas y justificando las diferencias interpersonales como una forma de exclusión.
  • Los perdedores salen del juego y simplemente se convierten en observadores.
  • Los jugadores pierden la confianza en si mismo cuando son rechazados o cuando pierden.
  • La poca tolerancia a la derrota desarrolla en algunos jugadores un sentimiento de abandono frente a las dificultades.
Referencia:


Ignacio, J., & Hardy, T. (n.d.). Cooperar para aprender., 1–32.


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